En vuelo regular de Air Greenland, el helicóptero nos llevaba a QEQERTARSUAQ, una localidad de tan solo 900 habitantes, único enclave habitado permanentemente en la isla de Disko, frente a la bahía de Ilulissat. Allí teníamos previsto pasar unos días con un cazador profesional, viajando con el por el hielo, comiendo con él, durmiendo con él...
El vuelo, y la hora exacta del amanecer cuando estábamos en el aire, y mi posición junto a la ventanilla, claramente convirtieron aquel amanecer en el más hermoso y espectacular de mi vida. Y aunque pienso seguir buscando aventuras emocionantes para mis ojos, creo que ésta seguirá estando en la parte alta de mi lista para siempre:
Al aterrizaje en el pequeño aeródromo le siguieron las oportunas presentaciones y la pequeña caminata hasta la casa de nuestros anfitriones...
Ove y Najánguaq, que tienen muy poca pereza para sacar la guitarra y deleitarnos con una sesión de folclore local. En los próximos días tendremos varias como ésta, siempre junto a una taza de café o té caliente.
Y el primer paseo por la "ciudad": Calles muy peligrosas, al menos para nosotros, llenas de hielo al acecho de nuestras obres espaldas desprevenidas. Temperaturas muy cálidas para la época del año (incluso algunas horas por encima de -10º C a mediodía), y desde luego muy poca nieve este invierno. Pronto nos explicarán, o comprenderemos nosotros solos, que la aventura de pasar varios días con los perros no es viable. Apenas hay nieve por donde los trineos puedan circular. Esperamos, al menos, tener actividades interesantes para los próximos tres días en Qeqertarsuaq. Y de momento, paseamos junto a la iglesia, el parque de bomberos, el parque infantil, donde los niños juegan en camiseta, el supermercado...
Visitamos el museo local, repleto de historias de la conquista, de la colonización, la esperada visita del rey de Dinamarca (que no llegó a producirse), e incluso una semblanza del personaje ilustre de la era moderna, el programador RASMUS LERDORF, creador del lenguaje PHP que se usa mucho en internet. El guía del museo es Larseraaq, el hijo de nuestros anfitriones, que nos acompañará también en nuestros días por allí.
Esta gente nos está haciendo sentir como en casa, en doce horas casi nos sentimos como de la familia. En general no hay problemas para comunicarse en inglés, y nuestras bromas parecen funcionar a través de la diferencia cultural, así que la conexión enseguida se va haciendo fuerte. Esta noche, después de cenar, saldremos un rato en busca de nuestras añoradas auroras. Y seguramente volveremos tarde, aunque no necesitamos llave para entrar en casa. Todas las casa están todo el tiempo abiertas. Las ventajas de vivir en un pueblo, ¿no?
Y por cierto, la noche fotográfica se dio bien, bastante bien. El frío es soportable, no baja de -20º C, y el cielo está despejado...
A veces, cuando la aurora se sitúa sobre nosotros, parece que realmente está cayendo sobre la tierra. Es lo que los expertos llaman una "corona":
Y ya fatigados , pero satisfechos, vamos volviendo hacia casa, aunque siempre preparados para alguna última sorpresa...
Hasta que, como ya ocurrió anoche, las últimas luces se van disipando, justo a la puerta de casa, como diciendo: "Buenas noches, descansad que mañana habrá más..."