7 de diciembre de 2009

...LA VUELTA A LA RUTINA.

Queridos amigos:
Para todos aquellos que soléis visitarme de vez en cuando (¡en primer lugar mi agradecimiento más sincero, y también por vuestros comentarios!), es posible que no os resulte muy difícil recordar mis andanzas en busca de la foto del milano, durante toda la primavera pasada. Tal vez no os conté que en la finca donde trabajaba me pidieron (previo encontronazo desagradable con Guardia Civil incluída) que dejase de utilizar carroña, de modo que he tenido que dedicar unas cuantas semanas a la exploración, de nuevo, y a la ceba de los bichos. En los primeros intentos, muy audaces, visualicé una foto que creo muy difícil, de milano real PESCANDO, y pasé unas cuantas sesiones en una charca que me parecía adecuada. Y aquí, la aventura más emocionante que me ocurrió fue cuando se me cayó la mochila al agua. Por suerte, muy cerca del borde, con muy poca profundidad y las cremalleras cerradas, pero vaya desde aquí un par de recomendaciones para todos: la primera, comprad una mochila buena (si sois un poco "torpecillos" tal vez os interese una de ésas que se caen al agua y flotan...), y la segunda, CERRAD SIEMPRE LAS CREMALLERAS. Ya sé que muchas veces decimos: "bueno, si la voy a abrir ahora mismo..." Bueno, bueno, dicho queda.
En fin, al turrón: estas primeras sesiones no arrojaron los resultados esperados, ni siquiera atisbos, tan sólo arrojaron algunos buenos momentos:


Así que decidí seguir buscando, y se me ocurrió otra buena idea, a priori: una buena zona de rocas de granito ofrecería diferentes posaderos para una misma sesión, con diferentes distancias y tal vez diferentes fondos. Y después de unos cuantos días de ceba, decidí probar suerte por fin (como siempre, ¡toda la noche sin dormir!). El día amaneció con un viento fortísimo que casi se llevaba el tenderete (de momento no monto hides permanentes porque los vándalos y los amigos de lo ajeno andan por todas partes), pero decidí quedarme ya que me había pegado el madrugón. Algunos milanos como éste


no tardaron en sobrevolar la zona, mostrando querencia al papeo, y planeando muy lentamente debido al viento. Aprovecho para sugerir los días de viento para fotografiar aves en vuelo: planean muy despacio y además se puede predecir su dirección, siempre en contra del viento. Recordad la sesión con abejarucos de hace unos meses.
Pues nada, el caso fue que los milanos anduvieron poco listos, o demasiado desconfiados, y cuando se quisieron dar cuenta, esto era lo que les estaba ocurriendo:


Aunque al final los milanos casi no participaron, fueron 20 minutos gloriosos, que además hicieron buena mi teoría de los fondos y los posaderos, ¿no?. Un saludo a todos.