Ya está aquí, la segunda entrega del viaje a Groenlandia. Y en realidad, seguimos todavía en Islandia. Después del inevitable "Triángulo de Oro", decidimos visitar otra de las regiones que nos encantan de Islandia, la península de Snaefells, o Snaefellsnes (Hale, ya sabéis cómo se dice península en islandés...). La península se extiende hacia el oeste, más o menos paralela a la de Reykjanes (la que contiene el aeropuerto y la capital, que también visitaremos más adelante, por cierto...), y nos encanta su costa sur con acantilados verticales de basalto, sus carreteras muy poco transitadas ( y menos aún en pleno invierno, y alejadas de la Nacional 1) Y nos gusta ese encanto novelesco que Julio Verne le dio, al introducir por el volcán Snaefells a sus protagonistas del "Viaje al centro de la Tierra".
Nuestra primera noche la pasaremos en un aparcamiento, junto al mar, en la "capital del sur" de la península, ARNARSTAPI, desde donde, en días claros, hacia el sureste, se puede distinguir Reykjavik. Esa noche estuvo nublada, incluso cayó una pequeña nevada. Así que ni rastro de la Aurora. Dormimos bastante bien y al amanecer, todavía nevando, nos pusimos en marcha...
Y por fin, cuando sale el sol, podemos contemplar el volcán, limpio bajo la (escasa) nieve recién caída...
Poco a poco, en el sentido de las agujas del reloj, vamos rodeando la península. El tiempo está mejorando, y podemos permitirnos algunos paseos lejos de nuestra pequeña y especial "nave espacial".
STYKKISHÓLMUR, la "capital del norte de la península, será nuestra última escala del día. Un importante puerto pesquero con buena "salida" hacia las aguas del norte, y el curioso mirador que domina puerto y mar abierto.
Y los últimos minutos del día los dedicamos a buscar, de nuevo cerca de Reykajavik, "alojamiento con buenas vistas. Decidimos aparcar en la esquina suroeste de la península de Reykjanes, la más al suroeste de la isla, después de un viaje acelerado por llegar a tiempo y con luz a la playa que resultó ser decepcionante... Al menos el anochecer acompañó un poco más, con algunas luces chulas, y nuevas vistas sobre el mar y hacia el interior.
Todo ello, antes de nuestra última jornada en Islandia, no exenta, desde luego, de aventuras y cosas interesantes para ver, fotografiar y vivir. Como nuestra penúltima excursión a los siempre vistosos faros naranjas que jalonan el país, haciendo interesantes los paisajes que no lo parecen...
...O el campo geotermal de SELTÚN, uno de los más visitados porque está a 20 minutos de Reykjavik...
...O la pequeña concesión al turismo más consumista, con la completa sesión de relajación en la Blue lagoon, también a pocos minutos de la capital...
...Y de nuestra última noche de fotos, y prácticas de fotografía nocturna, también en la capital. Antes de coger el avión que hemos venido a coger, ese cuya pista seguiremos en el próximo capítulo de nuestro culebrón...
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